viernes, 7 de octubre de 2016

Familia y generación de valores


Cuando hablamos de familia estamos hablando del núcleo formador en la sociedad. Ahí es donde se asimilan los valores o los anti valores que prevalecerán en la persona en su vida de adulto, y este aprendizaje se adquiere de diversas maneras, siendo más formador el ejemplo mismo que la palabra emitida. Es la forma de ser de los adultos, sobre todo la de sus padres o tutores, la que le enseña las conductas, las actitudes y los comportamientos.

La vida familiar tiene un valor muy importante, es algo que nos identifica y nos marca hacia un futuro, por lo que no es correcto asumir la responsabilidad de ser padres, sin tener claro el alcance que pueden tener nuestras decisiones y acciones en el futuro de los hijos.
Por lo tanto, es fundamental aclarar que ser buenos padres no es ser cumplidores con las obligaciones, que hoy en día se han convertido en la prioridad de la responsabilidad familiar, siendo una postura equivoca: “A mi hijo no le falta nada”, “Tiene todo lo que yo no tuve”.

Esto denota una confusión acerca de lo que es ser buen padre y en lo  que ellos realmente necesitan y debemos darles.
Para todo padre es claro, al menos en su discurso, que esperan que sus hijos sean gente de bien en un futuro, pero vale la pena preguntarse: ¿Qué entienden los padres por ser gente de bien?

Estamos inmersos en una sociedad nueva llena de banalidades, confundida e impregnada de términos ambigüos que llenan pero que dejan vacíos en el ser humano.
Es común encontrar niños que tienen mucho en cuanto a cosas, pero poco afecto, o posiblemente mucho afecto ya que es difícil de cuantificar la cantidad de afecto, pero si poco tiempo presencial de sus padres, poco tiempo para compartir, para jugar, para acariciar, para contemplar o simplemente para hacerlo sentir bien cuando tiene un dolor, cuando tiene miedo o cuando siente que algo no le sale bien.

Uno de los principales aspectos afectados  en los niños llega a ser en unos  la autoestima, en algunos la agresividad y en otros inclusive un mutismo extraño.
Muchos  niños de padres altamente ocupados pasan más tiempo con sus “Nanas” o “Niñeras”, y que posiblemente son muy cariñosas, algunas, pues casos se han visto de que algunas niñeras drogan a los niños para tenerlos dormidos, otras les pegan, otras los mantienen amedrentados, etc., pero bien, no todas hacen eso, además ese no es el punto. Estos niños que pasan más tiempo con sus Nanas están recibiendo los principios formadores a partir de ellas, es decir, la cultura de la Nana o Niñera es la que va prevaleciendo en la formación del niño, más que la de sus propios padres ya que comparten poco tiempo con ellos. De sus padres reciben lo que ven: el dar  es más importante que el tiempo; un alejamiento de padre e hijo que los lleva fácilmente al desprendimiento; inclusive, actos que les indican que hay cosas  más prioritarias que un beso, una caricia o acompañar a un ser querido, como por ejemplo: Una cita de negocios, un viaje de negocios, una reunión con vecinos, un trabajo nocturno, etc.; y en general las actitudes, los comportamientos ausentes de los padres, sus desequilibradas e inoportunas contestaciones, y otras tantas acciones y palabras, pasan a ser para ellos principios formadores de sus valores.

Así que pregunto: ¿Qué entendemos nosotros los padres con hacer de nuestros hijos gente de Bien? ¿Qué esperamos qué sean nuestros hijos en un mañana?

Probablemente todo padre desea lo mejor para sus hijos, pero ¿Qué es lo mejor?
Para poder orientar a los hijos para que sean lo mejor, es el padre quien tiene que ser el mejor, pues ellos aprenden con el ejemplo, ellos copian lo que son sus padres.
Si los padres están enmarcados en esos falsos entendidos de la exitología moderna, que indican que una persona de éxito es quien tiene mucho dinero, vive cómodo, tiene poder, tiene un buen cargo y ostenta de una cantidad de símbolos sociales que le diferencian de las clases populares, se encuentran  mal enfocados, y eso hacen muchos padres, sin decir que eso no es importante, pero hay cosas que deben prevalecer en el ser como: Ser decente, honesto, honrado, alegre, solidario, amable, recto, justo y tener una serie de valores que hagan que esa persona el día de mañana se comporte bien, no se involucre en actos delictivos, inmorales, desleales, corruptos y esa otra serie de anti valores que algunos aplauden y manifiestan, frases tales como  que eso es ser vivo, que adoptarlos es ser realistas, es saber vivir, etc.

En algunas oportunidades he presenciado a padres que lloran a sus hijos y se preguntan: ¿Por que esa mala costumbre .. donde la aprendió? Lamento que eso no lo hubiera pensado en el momento que se las enseñó creyendo que eso no era importante: Cuando el hijo llega golpeado a la casa le dice “No se deje de nadie”, en vez de indicarle: no le siga el juego al pleito; Cuando recibe un cambio mayor al que debe ser y dice “Yo no me lo robé,  él se equivocó, que ponga cuidado la próxima vez”, en vez de decir yo no puedo aprovecharme de una equivocación del otro; o cuando para hacer un negocio le pidieron una comisión o soborno y manifestaba delante de sus hijos “Así es la vida de los negocios”, en vez de decir, la ética no se negocia; y como esos, otros tantos.

Es la familia el verdadero núcleo formador, es la familia la responsable de lo que serán los hijos ante el mundo de mañana, y dentro de la familia se educan a los hombres rectos que le servirán a su semejantes, a la patria y a Dios, o los que estarán haciendo el futuro daño, y la responsabilidad es de los padres.
Decir que son los amigos es la salida más fácil, pues si un niño tiene unos valores sólidos, por oportunidades negativas que se le presenten en la vida, el decidirá lo correcto, si la formación en valores fue débil, confusa, e inclusive orientada más a los anti valores, la influencia negativa lo seducirá fácilmente.

La drogadicción, el alcoholismo, la prostitución, la delincuencia y otra serie de conductas sociales que llevan a las personas a enfermarse o a deteriorarse a sí mismos o a sus semejantes, pueden tener foco en la falta de atención básica en familia, en una carencia de formación en valores, en una ausencia de ejemplos buenos, acompañados por reglas y disciplina.

Muchos hombres están siendo condenados, sin que nadie juzgue a los que fueron  sus formadores y por qué no, culpables, a esos padres que omitieron la responsabilidad de hacer lo que debe hacer un padre que fue criado con ética y valores. Y ya para finalizar no olvides dejar tus comentarios. Hasta la próxima… romanjoseg1@gmail.com  Twitter: @consultfinper

José G. Román



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