martes, 4 de abril de 2017

La cultura del esfuerzo


Actualmente en esta época de crisis… ¿Es posible no esforzarse para conseguir resultados?

En época de bonanza económica los resultados llegan, mientras que en período de crisis los resultados hay que buscarlos, y eso exige tiempo, dedicación, esfuerzo, y por supuesto hacer las cosas mejor que nuestra competencia.

Hace ya algunos días estaba viendo una competencia de ciclismo por Tv y se podía observar una ruta especialmente dura en bicicleta, de repente se me ocurrió pensar en el gran esfuerzo que estaba haciendo cada ciclista para poder llegar hasta el final.

La vida supone un continuo esfuerzo, nos esforzamos para caer bien, para ser promocionados en nuestro trabajo, para ser felices, para conseguir las cosas que queremos... y para ello, tenemos que hacer cosas constantemente, muchas de las cuales no nos apetece hacerlas. Precisamente eso es lo que para mí es el esfuerzo, hacer las cosas que no nos gustan; probablemente son éstas las que nos harán mejores personas y mejores profesionales, puesto que nos obligan a salirnos de nuestra zona de confort.

Por supuesto que el mantenernos en esta área es también una posible elección nuestra, aunque considero que esto no nos permitirá evolucionar ni crecer de la misma forma.
Y pienso también cómo ha evolucionado el esfuerzo a lo largo del tiempo; hace mucho tiempo, el ser humano tenía que realizar un enorme esfuerzo físico para satisfacer sus necesidades básicas (comer), trabajando de sol a sol, es decir, su principal herramienta de trabajo era su propio cuerpo; ahora las cosas son bien distintas; en nuestras sociedades desarrolladas, esas necesidades básicas las tenemos satisfechas sin realizar ese duro esfuerzo físico. Ahora el tipo de esfuerzo a desarrollar es bien distinto; es un esfuerzo más bien 'mental'.

Y ese esfuerzo debe convertirse en 'acción'; es el principal mecanismo que, aunque no garantiza resultados, sí aumenta de forma importante las posibilidades de alcanzarlos.
Y como siempre digo: No creo en el esfuerzo 'alocado', sin ningún propósito u objetivo en mente; no es una cuestión de cantidad, sino de calidad. En cambio, sí creo en el 'esfuerzo inteligente', es decir, aquel que partiendo de un análisis previo (¿cuáles son nuestros objetivos?, ¿qué quiero conseguir a corto, mediano y largo plazo?,), permite generar acciones específicas y controladas; es decir, acciones que nos permiten actuar donde, cómo y cuándo nosotros queremos, maximizando las posibilidades de conseguir nuestros objetivos.

¿Dónde está la cultura del esfuerzo?

Hace mucho tiempo que escuchamos la frase de que ahora los niños no conocen el valor del esfuerzo. Lo cierto es que esta cultura que nos toca vivir, en la que la velocidad nos engulle, el consumismo, es todo para ya, no ayuda en absoluto a esa cultura del esfuerzo, ya que parece que no les demos oportunidad a los niños para esforzarse y afrontar las dificultades.

Nos venden todo muy fácil “aprenda inglés en un mes” y parece que aquellas personas que se esfuerzan son unos perdedores.
Debemos tener claro que sin esfuerzo no puede haber aprendizaje, pero el esfuerzo no es gratuito, sino que es el resultado en el que interviene la motivación del niño, se esforzará si piensa que aquello por lo que se esfuerza merece la pena y ahí padres y educadores tenemos una misión importante.

De forma equivocada los padres pensamos que lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos es tratar de evitarles cualquier dificultad, como aquellas que nosotros pasamos en nuestros días. Esto supone hacerles la vida lo más cómoda posible y llegar a la sobreprotección.

Una idea importante que debemos tener en cuenta es que nadie nace con la capacidad de esfuerzo, es un hábito que debemos desarrollar.
¿Cómo?, pues al igual que en Infantil repetimos una conducta que queremos que se convierte en un hábito. Así un hábito adquirido requiere menor esfuerzo.
Si no conseguimos inculcar la capacidad de esfuerzo en nuestros hijos, después se convertirán en unos adultos con dificultades a nivel laboral, social, familiar…
El ejemplo que damos los padres es fundamental (siempre he mantenido que la mejor forma de enseñar en predicando con el ejemplo), ya que somos modelo de nuestros hijos. Si nos ven con capacidad de esfuerzo, de sacrificio, que no dejamos nuestras obligaciones para mañana, aunque no nos gusten, que no ponemos quejas…

Creencias sobre el esfuerzo
Una creencia es algo muy particular dentro de una sociedad y dentro de una misma familia. Hay familias inteligentes que tienen claro aquello que es negociable y lo que no lo es, así como el nivel de esfuerzo que se puede soportar y el que no. Es muy importante que no les demos a nuestros hijos mensajes contradictorios entre lo que decimos y lo que hacemos. Hay estudios que dicen que a partir de los quince meses debemos ayudar a los niños a soportar niveles cada vez mayores de tensión.
Los niños tienen que aprender a resolver los problemas que son capaces de resolver, sabiendo que cuentan con nuestro apoyo emocional, pero que son ellos los protagonistas. (¿Cuántas veces hacemos cosas que sabemos perfectamente que ellos pueden hacer?, a mi se me ocurren varias).

Estrategias necesarias para favorecer el esfuerzo en los niños
Ofrecer un modelo adecuado para que el niño lo pueda imitar, ser pacientes y constantes, no convertirse en el esclavo del niño; debe cumplir con sus obligaciones,  averiguar los motivos que llevan al niño a esforzarse, estimular la independencia y autosuficiencia de forma progresiva, ser firmes, proponer tareas adaptadas a sus posibilidades,  no admitir que dejen tareas por terminar, permitir que el niño participe en las metas, que deben ser concretas, a corto plazo y fáciles de controlar por los padres, estimular el respeto por todos los bienes, que sean conscientes del esfuerzo que ha costado conseguirlos,  ayudarle a que se proponga pequeños retos,  habituarle a adquirir compromisos y a cumplir con ellos (¿hablamos de me apunto a… y al mes siguiente abandono?), animarle a que tome decisiones y sea consecuente con ellas,  estimular el autocontrol, que aumente su capacidad de espera, que tolere las pequeñas frustraciones,  alabar sus logros cuando haya demostrado esfuerzo.

Ya para finalizar quiero dejar claro que:

Nadie nace con la capacidad de esfuerzo, es un hábito que debemos desarrollar.
No estamos ayudando a nuestros hijos cuando hacemos lo que ellos pueden hacer.

Educar en el esfuerzo requiere esfuerzo y dedicación. Nuestro objetivo será que nuestro hijo valore el esfuerzo, no se queje cuando las cosas no le salgan según lo previsto, asuma sus propios errores y a pesar de las dificultades sea capaz de seguir adelante. Hasta la próxima ….   Romanjoseg1@gmail.com   @consultfinper1

José G. Román

Creador – Fundador de El Consultorio de las Finanzas Personales
Resultado de imagen para logo de el consultorio de las finanzas personales




No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por participar en esta pagina