miércoles, 27 de julio de 2016

Lo bueno de pensar a largo plazo


Pensar a largo plazo nos invita a encontrar un nuevo ángulo a nuestra vida, nuestras relaciones personales y también lo que estamos creando en conjunto.
¿Cuántas veces en el día pensamos a largo plazo?
Puede que no lo parezca, pero en realidad cada uno de nuestros actos es de suma importancia para nuestras vidas y tiene algún tipo de repercusiones en el largo plazo que pueden no parecer evidentes hasta muchos años después.
Pensar a largo plazo nos invita a encontrar un nuevo ángulo a nuestra vida, nuestras relaciones personales y también lo que estamos creando en conjunto.

Pensar a largo plazo nos da una perspectiva distinta de la definición de justicia, de lo que somos capaces de hacer en nuestro trabajo, en una empresa o ante nuestra sociedad.
Pensar a largo plazo implica ser conscientes de lo que creamos y de dónde ponemos nuestra energía y recursos para el bien más allá de mi existencia, sino que también para nuestros hijos, nietos, bisnietos y todas las generaciones futuras.

Pensar en el largo plazo es una de esas actitudes en peligro de extinción. La mayoría de las personas piensan en el corto plazo y obtienen resultados en el corto plazo, sin embargo, si tus objetivos son grandes, pensar en el largo plazo es la única vía para alcanzarlos. Los resultados a largo plazo son el fruto del pensamiento a largo plazo, la suerte te la buscas tú mismo al pensar a largo plazo, creas tus propias oportunidades anticipándote a ellas.

¿Qué sientes tu ante la idea de pensar en una obra que perdure más de 100.000 años hacia adelante?

Parece ser obra de la intuición lograr desarrollar un pensamiento a largo plazo pero en realidad se puede adquirir basado en procesos identificables y concretos donde el secreto es: la sustentabilidad, es decir, que todas las acciones que te plantees deben de responder a la construcción de una visión partiendo del presente, evitando los “apaga fuegos”, es decir, esas acciones que solo cubren el problema de manera superficial pero no de raíz; los resultados de un proceso sustentable probablemente te tomen más tiempo  pero serán de mejor calidad y de mayor impacto:
Análisis Actual: Antes de hacer proyecciones a futuro es importante conocer “en donde se está parado”, es decir, realizar una revisión de cada una de las partes de tu emprendimiento observando que tienes al día de hoy.

Traducción de Sueños: Si bien es cierto las proyecciones están hechas de cosas imaginarias pero basadas en realidades, por lo que a partir del análisis actual del entorno se puede plantear una situación a futuro más sólida y mucho más alcanzable. No te quitara ni un gramo de optimismo un poco de realidad, simplemente te dará un mejor enfoque.

Marcando Rutas: Una vez que “ya te viste” apenas comienza el verdadero trabajo, porque establecer el cómo llegaras a ese punto en tu proyecto implica el uso eficiente de los recursos que tienes a tu alcance. Construir no solo requiere de material también de diseño y orden, por lo que una vez que sepas con qué recursos cuentas es importante establecer que procesos son los más factibles y que prioridades hay que atender de manera que podrás responder a todo lo que te falta para lograr tu objetivo.

En las rutas no olvides plantear alternativas, es importante tener un plan de repuesto en caso de que tu Plan A no haya resultado exitoso, perseverar es parte de la experiencia del pensamiento a largo plazo porque recuerda que “las grandes obras son hechas no con la fuerza, sino con la perseverancia” (Samuel Johnson).
Debes pensar en cosas grandes mientras haces cosas pequeñas para que las cosas pequeñas vayan en la dirección correcta, uno de los principales problemas de las personas es que siempre esperamos resultados a corto plazo, por ello es que la mayoría de las personas a la hora de trazarse metas lo hace a corto plazo y no metas a largo  plazo. 

El problema con las metas a corto y mediano plazo es que estas pueden crear o destruir las oportunidades de obtener metas más valiosas a largo plazo, cada meta a corto o mediano plazo necesitará la inversión de tiempo, esfuerzo y puede que también dinero. 

Las metas a largo plazo mejorarán tus acciones y decisiones a corto plazo.
Sin metas a largo plazo estarás más susceptible a tomar acciones y decisiones que te obstaculicen o te desvíen de metas más valiosas.

Pensar a largo plazo puede hacer que las personas tomen 
decisiones más sabias al potenciar el autocontrol y evitar las tentaciones. Lamentablemente tenemos una tendencia natural a valorar más los beneficios inmediatos. Así, cuando nos apetece mucho comprar algo nos centramos en el placer que nos proporciona la acción y excluimos los costos a largo plazo.  Hasta la próxima....


Josè G. Román 



jueves, 21 de julio de 2016

El momento es ahora

Unas de las maneras de lograr más satisfacción en la vida y de ahorrarnos grandes problemas y preocupaciones, es cumplir con nuestras propias expectativas de empezar y terminar proyectos importantes. En cambio, el aplazar o posponer tareas, acciones y proyectos hará que nos sintamos decepcionados con nosotros mismos. Actuar tarde, a última hora, o no hacerlo nos hará sentir estrés, además de aumentar el miedo y la sensación de culpa

Siempre estarán estos asuntos pendientes dentro de nuestro subconsciente  y lucharán por hacernos la vida imposible, acabando con nuestra paz mental  y la tranquilidad.
Inclusive,  muchas veces  nos ocupamos de cientos de tareas inútiles y sin importancia, aturdiéndonos de trabajo, perdiendo todo nuestro tiempo y energía, para quedar exhaustos y no hacer las cosas que son verdaderamente importantes.

Es muy común postergar lo que debemos hacer hoy, en un mundo que sólo nos da un día cada vez, sin seguridad alguna de que llegue el mañana.
Todos tenemos la tentación de ignorar un gran problema esperando que desaparezca o se solucione por sí solo, pero, en realidad, éste  se irá complicando en proporción geométrica  y luego se convertirá en una gran bola de nieve. Los problemas debemos solucionarlos lo más pronto posible. Incluso una pequeña dificultad, a la que no le prestemos la suficiente atención, terminará convirtiéndose en un problema grave.

Es inexplicable que, muchas veces, nos demos cuenta de que tenemos un problema en frente, sepamos lo que debemos hacer y a lo mejor tengamos las herramientas para solucionarlo, pero, por alguna razón misteriosa, no lo resolvemos, lo dejamos de lado y lo seguimos retrasando por miedo a enfrentarlo.

Algunas personas se quedan quietas, esperando pasivamente a que se den las circunstancias adecuadas. Pero las condiciones perfectas nunca se presentarán porque somos nosotros los que, con voluntad, determinación, valor y paciencia, creamos las circunstancias adecuadas. ¡El mejor momento para empezar a resolver algo es ahora!

Dar el primer paso es siempre lo más difícil, pero, a menudo es la mitad de la batalla. Una  vez que hemos comenzado a hacer el trabajo necesario para solucionarlo, es muy importante avanzar sin detener la marcha. Si nos detenemos y miramos hacia otro lado, pasará como sucede con una bomba manual de agua : perdemos el impulso y tendremos que volver a bombear para llenar la tubería, pues al detener el trabajo, el agua descenderá hasta el fondo del pozo.

Haz planes, pero una vez que hayas decidido lo que vas a hacer, actúa sin darle vuelta en tu cabeza una y otra vez, buscando las excusas o las justificaciones para no hacerlo. Hoy, y no mañana, es el momento para comenzar a trabajar en convertir un sueño en realidad; hoy, y no mañana, es el momento de visitar al médico para resolver eso que tanto te preocupa. Hoy, y no mañana, es el día perfecto para comenzar a hacer ejercicios y a comer sano. Hoy, y no mañana, deberías pasar tiempo con tus hijos en lugar de quedarte trabajando hasta muy tarde.

Hoy, y no mañana, puedes hacer algunos cambios en tu rutina personal, para mejorar tu vida… recuerda que si actúas correctamente, el universo conspirará para apoyarte a lograrlo.

No hay nada tan satisfactorio como una misión cumplida, y todavía más si la realizamos en condiciones adversas, pues esto nos permitirá recuperar la confianza en nosotros mismos, aumentar nuestra estima y la motivación para conseguir metas mayores.
¡Rompe con ese ritual acelerado que hace que salgas todos los días corriendo, estresado, sin tiempo para compartir con tus personas queridas o para disfrutar del desayuno!

Pasa un día sin criticar a una persona: Si no tienes nada bueno que decir sobre alguien o que aportar a la solución de una situación, elige guardar silencio. Muchas veces nuestros comentarios negativos pueden afectar profundamente la dignidad, la imagen o los sentimientos de otro, sin que nos demos cuenta de lo que hemos hecho. Al principio te sentirás extraño, pero este ejercicio te servirá para descubrir cuál es tu actitud hacia los demás. ¡Siempre podemos actuar de una mejor manera!

Darte permiso para NO ser perfecto: Si eres de las de las personas que se exigen demasiado, que tienen problemas al momento de aceptar sus errores y limitaciones, vale la pena que te relajes un poco y revises tu nivel de auto exigencia. Aceptarte tal y como eres, es decir con tus cualidades y limitaciones, hará que seas mas espontaneo y auténtico al momento de actuar y de relacionarte con los demás. Dejar de exigirte tanto y tratarte con gentileza te permitirá hacer lo mismo con los otros.

Poner el despertador 20 minutos antes: Y una vez que suene, levántate para que puedas aprovechar esos minutos extras en preparar y comer un buen desayuno antes de salir de casa. Rompe con ese ritual acelerado que hace que salgas todos los días corriendo, estresado y hasta malhumorado, sin tiempo para compartir con tus personas queridas o para disfrutar de la primera comida del día.

Leer un cuento a tus hijos antes de dormir: Meterte en la cama con ellos antes de que se queden dormidos, para conversarles un ratito, para leerles un cuento, hará que se sientan queridos  tomados en cuenta por ti. Vence la resistencia, el cansancio y la preocupación que te impidan dedicarles unos minutos al final del día, estoy seguro de que al terminar, te sentirás muy bien. Compartir con los hijos un rato de diversión y disfrute nos relaja y enriquece.

José G. Román


viernes, 15 de julio de 2016

El servicio.. ¿Un buen negocio o práctica humillante?



Debo comenzar por decir que todos de un modo u otro prestamos o brindamos un servicio, y cuando éste se hace en forma profesional, con entrega y corazón – en cualquier instancia – es digno y bien remunerado.

Pero ¿Qué sucede en la Venezuela del siglo XXI? . Que el problema del servicio a nivel turístico y en todas sus instancias es realmente malo. Por ejemplo, si nos acercamos a una oficina pública  para hacer un reclamo o sencillamente pagar un servicio, nos miran de mala gana y hasta nos hacen sentir “que nos están haciendo un gran favor”; la gravedad ha llegado a tal exageración que muchos no sienten orgullo de prestar un buen servicio o de sentirse satisfecho porque su producto es el mejor o su servicio es envidiable por la competencia. 

Sin ir más lejos, si usted visita Aruba y Curazao o alguna ciudad de nuestra vecina Colombia, notará un cambio drástico en esas poblaciones ya que en esas ciudades se hace culto al buen servicio a cualquier nivel.
Y ahora nos preguntamos (en dónde radica el problema). Porque si por casualidad pedimos a un joven en Caracas una dirección, este nos manda a una dirección contraria solo para burlarse “o mamarnos gallo”, o si solicitamos a una secretaria en una oficina pública una información esta es incapaz de mirarnos a la cara y dejar de limarse las uñas para ofrecer con gentileza lo que pedimos o un mecánico no se responsabiliza por el trabajo realizado y si uno le reclama se pone agresivo y nos llama “alzaos”. Esto al extranjero le parecerá exagerado pero la realidad muchas veces  es más cruel. Entonces nos preguntamos de nuevo ¿en dónde radica el problema? ¿Somos menos que los demás? ¡No señores!. El problema tiene un nombre y no podemos esquivarlo y se llama: Educación.

A través de los años nuestros líderes en materia educativa dejaron de darle importancia a una cátedra que se llamó “Formación social, moral y cívica” en tres palabras “ser buen ciudadano”.

Hoy hasta con pedantería te dicen eso es para “tontos” y agregan: “nos merecemos todos porque estamos con el PROCESO y si no les gusta prepare sus maletas y se va pa Miami”.

Definitivamente sin tocar el ámbito político o ideológico debemos reflexionar. Estamos persuadidos que la mayoría de los Venezolanos son gente decente y si nos remitimos a épocas pasadas teníamos fama en el exterior de educados y buenos ciudadanos. No podemos permitir que se relajen las costumbres y perdamos el respeto de nuestros conciudadanos, hasta por simple convivencia nos resulta más rentable ser educados y prestar un buen servicio.

Un proverbio popular nos enseñaba que “lo cortés no quita lo valiente”. El vocabulario soez y delincuencial que utilizan algunos dirigentes de nuestra nación no es el ejemplo más edificante para las nuevas generaciones.

 Quién dijo que la buena educación es privilegio de la burguesía, recuerdo una frase de mi difunta abuela que siempre repetía con orgullo “Pobre pero decente”. El buen servicio y la forma respetuosa de relacionarse los ciudadanos, van de la mano. 

Queremos pensar que la mayoría de los Venezolanos, estén “con el proceso o no”, piensan de la misma manera. El lenguaje irrespetuoso en nada ayuda al “nuevo Venezolano” que desea abrirse al mundo para ofrecer la mayor riqueza de Venezuela, que no es precisamente el petróleo sino los propios venezolanos. Hasta la próxima…..

José G. Román


sábado, 9 de julio de 2016

El emprendimiento social, una alternativa para mejorar la sociedad

Normalmente, el emprendimiento social nace a partir de la decisión de una persona con inquietudes que, de forma individual o estimulando la participación grupal, identifica y desarrolla productos o servicios que pueden ayudar a resolver necesidades o problemáticas sociales. Este tipo de iniciativas, no deben ser necesariamente de tipo comercial o buscar generar riqueza pero, sí que tienen como común denominador la búsqueda de su sostenibilidad económica, con el fin de que el resultado del esfuerzo emprendedor, pueda desarrollarse adecuadamente en el tiempo.

Otro de los elementos que caracterizan a este tipo de personas es su capacidad de innovación y facilidad para la aplicación de sus ideas transformadoras que, por lo general, dirigen sus iniciativas hacia objetivos de impacto social directo; es decir, incidiendo de forma directa en el colectivo o población sobre el que eligieron actuar. Y si “compartir” es uno de los verbos que mejor conocen los emprendedores sociales, lo conjugan también con otras personas, facilitando su conocimiento, experiencia y recursos, a otras personas socialmente emprendedoras que quieran aprovecharlos, bien en el mismo territorio, bien en otras regiones o países, porque visión, talento y solidaridad no tienen fronteras.

 El uso de las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación, TIC, ha favorecido enormemente la oportunidad del trabajo compartido, por ello, se han creado numerosas redes de Emprendedores Sociales en todo el mundo, como es el caso de “Social Venture Network” (SVN), una red de líderes de negocios comprometidos a construir un mundo socialmente justo y sostenible, a través de negocios enfocados social y ambientalmente sostenibles. Otra importante red es “Ashoka”, entidad que apoya a hombres y mujeres con soluciones innovadoras que aceleran la transformación social; personas que combinan una visión creativa de las necesidades sociales con una capacidad emprendedora, unos principios éticos sólidos y la determinación para hacer realidad sus ideas a gran escala. Con esta visión, Ashoka ha conseguido apoyar a más de 3.000 Emprendedores Sociales en 71 países.

El emprendimiento social ha cobrado un gran protagonismo en los últimos años. En épocas de difícil situación económica, la sociedad debe buscar alternativas, encontrar los cauces necesarios para mejorar no sólo la situación por la que atraviesan, sino también el mundo.
Es por este motivo por el que cada vez son más las personas que se animan a sacar adelante sus proyectos, dejando atrás sus miedos. En este instante es cuando entra en juego Socialnest, una asociación que tiende las manos a todos esos aventureros, asesorándoles en todo lo que necesiten, desde la formación hasta la financiación.

Aunque el concepto de emprendimiento social parezca novedoso, no lo es. Durante su larga tradición, numerosos autores han intentado explicarlo dando lugar a múltiples definiciones. A pesar de ello, todas consideran que el emprendimiento social está ligado al interés de generar un impacto positivo tanto en la sociedad como en la naturaleza.

Desde Socialnest, este concepto se puede definir como la solución innovadora a un problema social, un problema que está presente en tu ciudad o país. En definitiva, el emprendimiento social se ha convertido en una alternativa para mejorar la sociedad.

Esta fuerza innovadora no tiene límite de edad, todo el mundo tiene derecho a aportar su granito de arena para cambiar el mundo. Los proyectos que despegan y consiguen sus objetivos engloban diversas temáticas que van desde la mejora de necesidades sociales hasta el apoyo de los colectivos en riesgo de exclusión social como la pobreza o la inmigración, entre otros. La creatividad, la imaginación y la capacidad para resolver problemas, juegan un papel importante para llegar a ser un buen emprendedor.

¡Cambiar el mundo es posible y está en tus manos!

José G. Román


martes, 5 de julio de 2016

La administración del tiempo

La administración del tiempo es uno de los recursos más apreciados. Sin embargo, se trata de un bien que no se puede ahorrar, sino que pasa, no retrocede y es imposible de recuperar. Si se malgasta, se derrocha algo muy valioso.

Uno de los principales factores que contribuyen al estrés en nuestra sociedad actual es la falta de tiempo, ya sea real o sentida. Esta sensación constante interfiere mucho en nuestra calidad de vida, produciendo un notable malestar.

Pero en realidad, en muchos de los casos, aunque no en todos, la falta de tiempo se produce por una mala planificación del mismo. Esto puede corregirse a través de estrategias específicas para la mejor administración del tiempo.
Técnicas de administración del tiempo

Las técnicas de administración del tiempo son procedimientos que nos enseñan a organizar el mismo, tomando decisiones previas sobre a qué tareas o actividades debemos dedicar el tiempo que tenemos, decisiones que debemos basar en la importancia de la tarea en función de nuestros objetivos, dejando siempre espacio para los imprevistos, y para el descanso.

La mejor de las técnicas es la planificación. Y debemos tener bien claros los pasos que tenemos que llevar a cabo para distribuir adecuadamente el tiempo del que disponemos, y que son los siguientes:

Establecer los objetivos, de mayor orden, que son los que se quieren alcanzar con las tareas y actividades que realmente llevaremos a cabo.

Ordenamos los objetivos atendiendo a criterios de importancia, de que sean asequibles y potencialmente posibles, de la urgencia o rapidez con que debemos conseguirlos, de la dificultad de conseguirlos y del tiempo que nos llevarán.

Una vez fijados esos objetivos, hay que establecer las actividades que permiten alcanzarlos, marcando en cada uno las acciones concretas para desarrollar dichas actividades y el tiempo que llevará cada una.

Ordenamos dichas actividades en función de su importancia para conseguir el objetivo.
Establecer el horario diario que le vamos a dedicar, distribuyéndolo en las distintas actividades priorizadas.
Consejos para mejorar nuestro tiempo y afrontar mejor el estrés

Veamos unos consejos que nos permiten todavía más, distribuir mejor nuestro tiempo, y con ello aligerarnos de esa sensación constante de falta de tiempo, que influye en la aparición o agravamiento del estrés:

La asertividad: Hay que aprender a decir que no a aquellas tareas o actividades que no sean prioritarias.

Debemos aprender a ignorar los objetivos y tareas que no son prioritarios hasta que hayamos conseguido los prioritarios.
Incluir siempre en la planificación, algún tiempo para imprevistos e interrupciones.

Delegar las tareas que se pueda en otras personas, especialmente aquellas que no son prioritarias.
Hay que dejar el perfeccionismo a un lado, ya que no se puede alcanzar en todo. Hay que hacer las cosas bien, pero tampoco hace falta hacer el mejor trabajo del mundo, sobre todo cuando el tiempo no sobra.

No debemos demorarnos en la toma de decisiones, no hay que dudar entre las distintas alternativas que tengamos, hay que decidir la mejor lo antes posible y ponerse en marcha.

No hay que dejar que las tareas se acumulen, es mejor ir haciendo de una en una, que dejarlas para luego, perder el tiempo y luego tener que resolver doce de una vez.

Algunas de las características del tiempo son:

Puede ser un enemigo a vencer o un aliado si lo logramos organizar.  
Puede ser un recurso escaso, si no se controla en función de las prioridades que se le asignen a las actividades diarias aun emprendedor.
Puede ser un amigo o un enemigo en el logro de los objetivos y metas que se planteen.
No se puede comprar.
No se puede atrapar, detener o regresar.
Es lo más valioso que tiene los individuos, por lo que hay que utilizarlo con el máximo grado de efectividad.
Se dice que nadie tiene suficiente tiempo, sin embargo todo el mundo tiene todo el tiempo que hay. Esta es la gran paradoja del tiempo.

Cómo solucionar los problemas de la gestión del tiempo.
Las cosas importantes, rara vez requieren una acción inmediata o son urgentes. Y son las cosas urgentes las que reclaman nuestra atención, nos presionan. Lo cierto es que muchas de las cosas urgentes lo son sólo aparentemente. Las dos siguientes frases ayudarán a distinguir lo urgente de lo importante.

Delegar en otras personas siempre que se haga de manera adecuadas dejará mucho tiempo para atender con mayor atención asuntos de dirección.

Comunicar correctamente hace que la gestión del tiempo tanto personal como de otras personas sea mucho más efectiva.

No buscar el perfeccionismo. A veces el nivel de calidad no va en proporción con el resultado final, por lo que hay que intuir qué merece dedicar más esfuerzos y qué no. El 20% del trabajo proporciona el 80% de los resultados. Para solucionarlo:
Identificar lo que más nos predispone a una actitud excesivamente perfeccionista.

Abordando directamente el núcleo del asunto y finalizar antes lo más importante. Los remates vendrán después. Colocar por delante los objetivos para adaptar nuestra dedicación a su consecución.

Delegar a otros la tarea pendiente, aún sabiendo que no lo van a hacer con el mismo detalle que nosotros, pero sí de manera satisfactoria y respondiendo a los objetivos propuestos. Establecer valores de minuciosidad diferentes en diversas facetas de nuestro trabajo, tratar de hacer informes o documentos estandarizados.

Aprendiendo de los errores, relativizando su importancia de cara a la carrera profesional.
Gestión de la memoria y olvidos:

¿Dónde estará...?. No localizar la documentación hace perder mucho tiempo, el orden es fundamental. ¿Cuándo y dónde...?. No recordar la agenda provoca situaciones difíciles. Anotar inmediatamente los datos en la agenda.

¿Qué...?. Anotar todo lo que hay que hacer, sino se olvidará. Cuando nos enfrentamos a la gestión de nuestro tiempo de trabajo, debemos realizar tres acciones diferentes:

Organización y priorización de tareas. Según criterios de importancia, tanto para la empresa, para el departamento, como para el propio profesional. Planificación. Ubicar en el tiempo de trabajo las diferentes tareas y actividades, según criterios de plazo de ejecución y tiempo de realización.

Ejecución. Realizar y completar las tareas y actividades que tiene asignadas en el tiempo establecido. Pero, ¿cuándo planificar, organizar y ejecutar?, ¿en qué situaciones? Y... ¿cómo hacerlo?
Criterios para gestionar el tiempo.
Las cosas importantes, rara vez requieren una acción inmediata o son urgentes. Y son las cosas urgentes las que reclaman nuestra atención, nos presionan. Lo cierto es que muchas de las cosas urgentes lo son sólo aparentemente. Las dos siguiente frases ayudarán a distinguir lo urgente de lo importante:

Urgencia: Plazo para desarrollar una actividad.

Importancia: Grado de repercusión del hecho de no realizar una tarea.

Para decidir si hacer lo urgente o lo importante hay que analizar los objetivos que queremos conseguir, es decir, ¿qué queremos conseguir?. El hecho de clasificar nuestras actividades según el grado de urgencia y de importancia nos puede ser de utilidad para cuestionarnos nuestros propios hábitos.

José G. Román