viernes, 10 de junio de 2016

¡Cuidado con el síndrome de Hubris!


 Por síndrome se entiende un conjunto de características asociadas que nos informan acerca de algún tipo de fenómeno, generalmente asociado a la salud. Por ejemplo: estornudar, tener sensación de frío y algo de tos, denota un claro síndrome gripal. Lo de síndrome también se puede referir a otros aspectos de la vida social e individual, su uso se ha generalizado.
En griego antiguo la palabra Hubris o hybris se refería a las acciones crueles, vergonzosas, humillantes y excesivo orgullo o arrogancia que un abusador cometía sobre su víctima por mero placer. 
El "síndrome de Hubris" es un trastorno que se caracteriza por generar un ego desmedido, un enfoque personal exagerado, aparición de excentricidades y deprecio hacia las opiniones de los demás. Se suele asociar a cargos de poder, tal y como pueden ser líderes, directores, altos gerentes, políticos, gobernantes, entre otros.

El síndrome lo padecen casi todos los que llegan a situaciones elevadas. Más rápido aún se sienten los síntomas cuando el ascenso a la cima ocurrió en poco tiempo. Quién no ha escuchado frases tales como “a éste se le subieron los humos”, “se emborrachó con el poder”, “subió muy rápido y se cree una maravilla”, “antes era sencillo ahora es petulante”, etc.

A estas típicas maneras de comportarse del nuevo poderoso se le agrega algo de paranoia: los contagiados con el síndrome de hubris creen ver enemigos por doquier, piensan que los van a matar o dañar y que hay una conspiración permanente contra ellos. Al mismo tiempo que el mandar los termina intoxicando,  la escalada de temores y susceptibilidades afecta hasta el propio juicio del poderoso, quien termina creyéndose perseguido, imagina conspiraciones por doquier o cree ser alguien muy superior, al que nadie entiende por no estar a su altura. Las maneras de manifestarse son múltiples, varían según cada individuo y su medio ambiente.

Esto ocurre en la sociedad, repúblicas, monarquías, empresas, clubes, organizaciones, guarniciones castrenses, partidos políticos y siga usted sumando. 
Aunque el síndrome responde más a una denominación sociológica que propiamente médica, los psiquiatras han reconocido siempre los efectos mentales del poder. Entre los síntomas que puede producir el mal de Hubris destacan:
  • Un enfoque personal exagerado al comentar asuntos corrientes.
  • Confianza exagerada en sí mismo, imprudencia e impulsividad.
  • Sentimiento de superioridad sobre los demás.
  • Desmedida preocupación por su imagen, lujos y excentricidades.
  • El rival debe ser vencido a cualquier precio.
  • La pérdida del mando o de la popularidad termina en la desolación, la rabia y el rencor.
   Lo padece una persona cuando es prepotente, orgullosa y se cree superior a los demás en conocimientos y  astucia en actividades políticas, culturales y religiosas.
  
 En el terreno político cuando adquieren el poder, éste les enferma o es que  al sentirse que están en posiciones más altas que sus dirigidos o conciudadanos, se consideran inalcanzables, “semidioses” o se le subieron los “humos a la cabeza”.
   
Los que poseen el poder no siempre toman las mejores decisiones, sus colaboradores y sus connacionales las califican como irracionales y no se ajustan a las soluciones que deberían aportar.  Estas personas que presentan ésta anomalía padecen el Síndrome de Hubris.
   
Si en sus entornos cuentan con personas que los enaltecen o les exageran sus supuestos logros, para buscar beneficios personales, permiten que inconscientemente su yo “enfermo” cree que sus tomas de decisiones sean las eficientes y acertadas y ajustadas a la realidad, por el contrario es una distorsión de sus ejecutorias.
  
En algunos casos, las personas que están en el poder toman decisiones surrealistas para los que las analizan, también para los que los orientan en sus planificaciones.
   
Podemos enumerar ciertas características que poseen estas personas con Síndrome de Hubris:

.-Tienden a ser narcisistas al ver al mundo como si estuvieran actuando en un escenario donde ejecutan el poder y buscan la gloria.

.-Con sus acciones enaltecen su imagen.

.-Se preocupan en demasía por su imagen y presentación.

.-Se consideran que ellos son los salvadores del mundo al realizar sus acciones y por lo cual hay que exaltarlos.

.-Hablan de sí mismo en tercera persona o nosotros.

.-Una excesiva confianza del propio juicio y un desprecio por los consejos o las críticas de los demás.

.-Se creen omnipotentes y sus enfoques personales son exagerados.

.-Se consideran que no le deben rendir cuentas a colegas, a la opinión pública; la Corte ante la cual deben responder es ante Dios o la Historia y creen que esa Corte los absolverá.

.-Agitación, imprudencia e impulsividad.

.-Una pérdida de contacto con la realidad, a menudo vinculada a un aislamiento paulatino.

Las personas que padecen de este Síndrome cuando llegan al poder desprecian cualquier consejo, orientación o sugerencia de los que le rodean por exagerada confianza de sí mismo, alejándose progresivamente de la sociedad. Y ya para finalizar mis queridos lectores, seguidores y amigos  tengamos cuidado con este “malévolo síndrome”. Hasta la próxima…

José G. Román



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