lunes, 18 de abril de 2016

La economía naranja: una salida factible a la crisis

Apostemos a la economía naranja
La economía naranja (llamada también economía creativa) es el conjunto de actividades que de manera encadenada permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales, cuyo valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual.

Antes de profundizar en el tema hay que definir el concepto de economía naranja ya que es reciente y sobre todo confuso por su amplitud y alcance, cuando hablamos de economía naranja nos referimos a todos aquellos sectores y actividades emergentes que están surgiendo en las economías basadas en el sector servicios y la innovación permanente. La economía naranja abarca sectores y procesos que tienen como eje central la creatividad: un ejemplo es el sector cultural ya que genera en el ámbito local y distribuye en el ámbito global bienes y servicios con valor simbólico y económico.
Así pues, podemos decir que la economía naranja  interviene visiblemente en el contexto de la cultura, ya que genera servicios y productos que promueven y orientan el desarrollo político y social. Por tanto su importancia e influencia se hace cada día más patente en los aspectos económicos y financieros de la sociedad.
Sin embargo es un buen momento para señalar que la creatividad es distinta de la innovación: la primera es resultado de la iniciativa individual y es sumamente subjetiva, en tanto la segunda es el resultado del trabajo colectivo, de grupo, y es objetiva. En el mundo real, la creatividad y la innovación van de la mano.
Una economía naranja es una en la que las ideas son los principales aportes y los principales resultados, también es una economía en la que la gente dedica la mayor parte de su tiempo a generar ideas. Es una economía en la que la gente se preocupa y reflexiona sobre su capacidad de generar ideas, en la que no se limita a ir a la oficina de 8 a 4 para hacer un trabajo rutinario y repetitivo, como se lleva haciendo desde hace años, ya sea en el campo o en las fábricas. Es una economía en la que la gente, allá donde se encuentre, hablando con los amigos, tomando una copa, al despertarse a las cuatro de la mañana, piensa que puede tener una idea que funcione de verdad, y no sólo una idea por el mero placer esotérico. La economía naranja está relacionada con un modelo  de producción basado en la creatividad, esto es, con propuestas más allá de los patrones establecidos es decir el vínculo entre economía y creatividad. Para utilizar la creatividad hay que determinar, ante todo, el mejor momento de explotar la naturaleza no rival de las ideas y, en segundo lugar, el momento idóneo para hacer valer los derechos de propiedad intelectual, e introducir las ideas en el mercado de la competencia entre productos. Las dos decisiones son el punto central del proceso de gestión en ese ámbito.
En el mundo actual, la economía naranja se ha convertido en una fuerza transformativa poderosa. Su potencial para el desarrollo es inmenso y está a la espera de ser desbloqueado. Es uno de los sectores que más rápido está creciendo en la economía mundial, no sólo en términos de generación de ingresos, sino también en lo que respecta a la creación de empleos y el aumento de los ingresos en exportaciones. Pero eso no es todo. Se está invirtiendo una proporción mucho mayor de los recursos creativos e intelectuales del mundo en industrias de base cultural cuyos resultados, en gran medida intangibles, son tan “reales” y considerables como los de otras industrias. La innovación y la creatividad humana, tanto a nivel individual como grupal, son los motores fundamentales de estas industrias y se han convertido en la auténtica riqueza de las naciones del siglo XXI. De forma indirecta, la cultura sustenta cada vez más el modo en que toda la gente entiende el mundo, ve su lugar en él, afirma sus derechos humanos y forma relaciones productivas con los demás. Por consiguiente, liberar el potencial de la economía naranja implica promover la creatividad general de las sociedades, afirmando la identidad distintiva de los lugares donde prospera y se agrupa, mejorando la calidad de vida, la imagen y el prestigio local, y fortaleciendo los recursos para imaginar nuevos futuros diversos. En otras palabras, la economía naranja es la fuente, metafóricamente hablando, de una nueva “economía de la creatividad”, cuyos beneficios van mucho más allá del ámbito económico.
No obstante, la economía naranja no es una superautopista, sino una multitud de distintas trayectorias locales. Muchas de estas vías las encontramos en el plano nacional, en ciudades y regiones de países en desarrollo. Pese a la importancia de la intervención de políticas a escala nacional, está claro que la siguiente frontera de la generación de conocimientos se basa en comprender las interacciones, particularidades y políticas en el plano local y en cómo promover la economía naranja de forma práctica en comunidades, ciudades y regiones del mundo en desarrollo.

Los componentes de la economía naranja
La economía naranja opera de manera distinta a la economía industrial tradicional. En esta se observa un comportamiento rígido y jerárquico claramente delimitado en las fases de origen, producción, distribución y consumo. En contraste, en la economía naranja hay mayor flexibilidad, en particular en las fases de origen, distribución y consumo y destaca una mayor integración entre origen y producción, he aquí algunos componentes: Arte, por ejemplo la pintura, artesanía, diseño, moda, cine, música, artes escénicas tales como teatro, danza, ópera y ballet, juguetes y juegos (excluyendo los videos juegos), edición y publicaciones como revistas y libros, investigación y desarrollo. La creatividad es su materia prima y segundo, que dicha creatividad es el producto económico más valioso que generan es decir que para que se pueda hablar de economía naranja es necesario que se trate de un bien o un servicio derivado de la creatividad y que tenga un valor económico.
Una buena noticia es que todo parece indicar que la economía naranja es positiva para los países en desarrollo, los que en las ramas tradicionales de la economía siempre experimentan muchos problemas para acceder a los mercados internacionales. En el caso de la economía naranja , los países en desarrollo realizaron exportaciones de bienes y servicios por un monto de alrededor de 176 mil millones de dólares, lo que equivale al 43%del comercio total de las industrias creativas en el mundo en 2012. Esto contrasta con la severa contracción que experimentó el comercio mundial que fue de un 12%en el mismo año. De ahí que se considere que la economía naranja puede ser una opción de crecimiento e inclusive, de reducción de la pobreza para los países en desarrollo en medio de la crisis económica imperante.
Algo que llama poderosamente la atención es que se considera que la economía naranja es capaz de debilitar a la economía del conocimiento en el momento actual, para utilizar la creatividad hay que definir, ante todo, el mejor momento de explotar la naturaleza no rival de las ideas y, en segundo lugar, el momento idóneo para hacer valer los derechos de propiedad intelectual, e introducir las ideas en el mercado de la competencia entre productos. Las dos decisiones son el punto central del proceso de gestión en ese ámbito.

“La economía naranja es uno de los conceptos que está revolucionando el sector creativo. Es una oportunidad para tomar en cuenta el talento de otros, intercambiar ideas y dar vida a un producto completamente innovador y lleno de valor intelectual” 


José G Román 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por participar en esta pagina